número 21 | junio 2023
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#Compost interactivo. Una performance en línea.

Silvia Maldini (UNA)

 

RESUMEN

Este escrito se inscribe en el marco de ciertas reflexiones en torno a los problemas de la estética contemporánea en vinculación con una experiencia artística e investigativa que comencé en el año 2020. Me referiré a las perspectivas críticas del arte contemporáneo, las interpretaciones de lo sublime, la utopía y post-utopía.

Como artista me inquietan preguntas como ¿Hacia dónde va el arte? ¿El arte puede tender puentes para comprender el mundo? ¿De qué forma las prácticas del arte contemporáneo pueden producir un giro que conviva con la conciencia colectiva entorno a las problemáticas del Antropoceno?

 

PALABRAS CLAVE

Compost, pandemia, crisis climática, arte, capitaloceno. 

 

Poco antes de que la pandemia nos pusiera en aislamiento social preventivo y obligatorio, inicié #HolaNaturaleza!, una “performance en redes”.  Me preocupaba el aislamiento social que sufrimos quienes habitamos en las grandes ciudades y también la convivencia con la naturaleza en esta etapa del Capitaloceno. Luego se transformó en un testimonio de como muchas personas con las que comparto el espacio en las redes pasaban el aislamiento. Pandemia mediante, cobró un sentido diferente, más complejo aún, pero subyace la idea de que les humanes de las ciudades debemos encontrar nuevas formas de convivir con la naturaleza. Luego de haber vivido confinados entre cuatro paredes, extrañando los paisajes, valorando la naturaleza, intentando aferrarnos a fragmentos de ella, tal vez podamos pensar y presentir nuevas formas de relacionarnos entre todos los seres que habitamos la tierra.
En los primeros tiempos de aislamiento pensé que sólo importaba lo que se estaba viviendo en el día a día y eso es lo que me propuse recopilar en esos primeros meses: la suma de las pequeñas certezas cotidianas, latiendo íntimamente en cada isla de la ciudad. A través de las redes sociales, Instagram y Facebook, solicité a mis seguidores ciertos materiales para ser publicados en mis redes. Propuse el envío en 3 fases:

#FASE 1: Fotos / videos / textos respondiendo a: “¿Qué relación están teniendo con la naturaleza no humana?”
#FASE 2: Fotos / videos / textos respondiendo a: “¿Qué ven a través de su ventana?”
#FASE 3: Buscar en Google / imágenes lo siguiente: EXTINCIÓN, PLANTAS + EXTINCION, ANIMALES + EXTINCION, etc. “Enviar alguna imagen del resultado encontrado.”

A partir del material recopilado en las 3 fases de la performance #HolaNaturaleza! y con el impactante concepto de EXTINCIÓN en mente, comencé a crear el nuevo proyecto llamado #Compost Interactivo.  Un experimento colaborativo, virtual y a distancia. Un grupo de artistas trabajarían para la creación colectiva de una performance virtual e interactiva (utilizando plataforma Zoom) con la intención de investigar y reflexionar junto al público a cerca de la compleja situación de catástrofe ecológica que atraviesa nuestro planeta. La obra performática, estuvo basada en narrativas especulativas que apuntarían a cultivar la capacidad para volver a imaginar e interpelarían al público en ese mismo sentido.

El punto de partida fue un ejercicio de dramaturgia colectiva. Se formaron varios equipos creativos, siempre trabajando virtualmente y cada uno debería dar vida a un bebé, un nuevo ser “Simbionte”, resultado de la combinación de un ser humano con alguna otra especie que se encuentre en peligro de extinción.  La idea es una propuesta lanzada en el libro Seguir con el problema de Donna Haraway (2019), como un ejercicio disponible para que cualquiera lo pueda realizar, en compromiso con el fortalecimiento de formas para proponer futuros cercanos, posibles y presentes, inverosímiles pero reales.  ¡Son los “niños y niñas del Compost”!

La historia que cuento aquí clama por prácticas colaborativas y divergentes creadoras de historias en performances narrativas, sonoras y visuales y textos en materialidades que abarquen de lo digital a lo escultural y a todo lo practicable. Mis historias son, como mucho, figuras de cuerdas sugerentes; ansían un tejido más completo que mantenga los diseños abiertos, con puntos de conexión ramificados por contadores de historias aún por venir. (Haraway, 2019, p. 219)

Donna Haraway afirma que vivimos tiempos confusos, perturbadores, turbios y problemáticos y que la tarea es volvernos capaces de dar respuesta de manera recíproca. Relaciono mi proyecto con esa idea de generar parientes en líneas de conexión ingeniosa como una práctica para aprender y morir bien en un presente denso. “Nuestra tarea es generar problemas, suscitar respuestas potentes a acontecimientos devastadores, aquietar aguas turbulentas y reconstruir lugares tranquilos.” (2019, p.19)

La creación de la performance, además del objetivo artístico-social-ecologista, permitiría explorar nuevas técnicas de participación del público en tiempo real y de prácticas de trabajo colaborativo. 

Este proyecto artístico se podría alinear dentro de la estética relacional, para lo cual retomaré algunos conceptos de Nicolas Bourriaud. La estética relacional rechaza el arte utópico, es decir las pretensiones de autosuficiencia y los sueños de transformación de la vida a través del arte, pero reafirma una idea que considero muy importante y esencial para este momento del arte y de la humanidad: “el arte consiste en construir espacios y relaciones para reconfigurar material y simbólicamente el territorio de lo común.” (Rancière, 2011, p. 31)

Jacques Rancière se pregunta, y me aparece como una de las cuestiones esenciales a preguntarse como artistas: ¿Puede haber experiencias estéticas que no sean obras de arte? ¿Cómo me pienso en el reparto de lo sensible? Plantea entonces reconfigurar la experiencia estética y su dimensión política, experimentar lo sensible, ya que la estética no es solo una disciplina es el régimen de identificación con un nuevo régimen estético. La estética es una matriz discursiva, un régimen que define qué es arte y como se distribuyen las experiencias sensibles.
Propone invertir el discurso hegemónico, echar luz sobre la estética-antiestética, teorizar sobre el arte para percibir el arte, rescatar una concepción de revisión de teorías modernas de artistas que convergen en el disenso. Subvertir el discurso posmoderno.

La estética relacional rechaza las pretensiones de autosuficiencia del arte al igual que los sueños de transformación de la vida a través del arte, pero reafirma sin embargo una idea esencial: el arte consiste en construir espacios y relaciones para reconfigurar material y simbólicamente el territorio de lo común. (Rancière, 2011, p.31)

El arte relacional, es una de las dos concepciones del arte contemporáneo “post utópico”, según plantea Jacques Rancière (2011). Es un arte que abandona sus pretensiones de transformar las condiciones materiales y la política de existencia. Esto surge como contraposición del arte moderno, de carácter utópico, que se ha vinculado con su tiempo, transformando lo real. 

Rancière, en el marco del régimen estético del arte contemporáneo, reconoce dos concepciones dentro de lo post utópico. 

1- La estética de lo “sublime”: corresponde a la actitud de la mayoría de los filósofos o historiadores del arte, que se guía por “una potencia liberadora del arte ligada a su distancia con respecto a la experiencia ordinaria”.  Esta potencia es pensada bajo “lo sublime”, concepto kantiano, “como presencia heterogénea e irreductible en el corazón de lo sensible de una fuerza que lo desborda”. (Rancière, 2011, p.28). Lo sublime como “potencia/obra” y lo sublime de la obra como testimonio de lo inaccesible- vedado. 

2- La Estética relacional: Actitud de artistas y profesionales de las instituciones, curadores, directores de museos, críticos, galeristas. Plantea la afirmación de un arte devenido modesto, en su capacidad de transformar el mundo y en la afirmación de la singularidad de sus objetos. Es difícil categorizar sus producciones como obra. Se mantiene la radicalidad artística y la utopía estética a igual distancia. 

Son microsituaciones, apenas distinguibles de aquellas de la vida cotidiana y presentadas de un modo más irónico y lúdico que crítico y denunciante, apuntan a crear o recrear lazos entre los individuos, a suscitar modos de confrontación y de participación nuevos. (Rancière, 2011, p. 30)

Las tecnologías de la información y de la comunicación forman parte de la vida cotidiana de los seres humanos del siglo XXI. A medida que aparecen nuevas tecnologías, cambian también los significados y las nuevas estructuras de percepción llevan a nuevas maneras de ver. El arte se interesa por esos cambios tecnológicos de los modos de producción y de las relaciones humanas, poniendo en perspectiva los efectos y obligando a tomar conciencia de ellos y construyendo la obra junto al espectador en ese “estado de encuentro”. Esta cuestión también forma parte de #Compost interactivo. Al decir de Nicolas Bourriaud (2006) “El arte es un estado de encuentro”, refiriéndose a las prácticas artísticas contemporáneas en las que percibe “una forma de arte donde la intersubjetividad forma el sustrato y que toma por tema central el estar-juntos, el 'encuentro' entre espectador y obra, la elaboración colectiva del sentido”.

En la actualidad, luego de algo más de treinta años de historia, con un desarrollo vertiginoso, encontramos que las redes sociales son los servicios más utilizados y que han cambiado las formas de comunicarse y relacionarse entre las personas. Se ha producido un cambio paradigmático que se ve reflejado en los cuerpos y las relaciones humanas. Todos somos productores, no sólo consumidores. En esta nueva realidad, la actitud estética pierde su antigua relevancia social. 

La red internet, en la performance #Compost interactivo, es el medio para esta experiencia artística colaborativa. Se trata de compartir y cocrear acontecimientos entre varios artistas y con el público. Este tipo de performance en línea se hace cargo de que vivimos un mundo en el que lo colectivo se expresa en redes, en relaciones, en socialización, un sentido colectivo más profundo que en otras épocas. Convergen ideas y prácticas en una misma obra, para ocupar un lugar donde operan las relaciones cuerpos, las imágenes, tiempos y espacios. Se evidencia que no hay arte sin mirada o pensamiento. Una distribución y redistribución de “los lugares y las identidades, de lo visible y lo invisible, del ruido y de la palabra” es lo que Rancière denomina “el reparto de lo sensible”.

Boris Groys (2014) señala que la actitud estética es la actitud del espectador, ya que, como tradición filosófica y disciplina universitaria, la estética está vinculada al arte concebido desde la perspectiva del espectador, de quien al consumir arte exige tener una experiencia estética. Desde Kant, la experiencia estética está asociada a la experiencia de lo bello o de lo sublime, o también del placer sensual. Incluso también puede ser una experiencia “anti-estética” no placentera y frustrante. Puede contener también una visión utópica que guíe a la humanidad hacia una nueva y bella sociedad o que redistribuya lo sensible de modo tal que reconfigure la visión del espectador, dándole acceso a cuestiones que permanecían ocultas o poco accesibles.

Pero también puede demostrar la imposibilidad de proveer experiencias de una estética afirmativa en medio de una sociedad basada en la opresión y la explotación, basada en la absoluta comercialización y mercantilización del arte que, en principio, atenta contra la posibilidad de una perspectiva utópica. (Groys, 2014, p.10)

Groys (2014) explica que, para Kant, la contemplación estética era desinteresada porque “el sujeto no estaba preocupado por la existencia del objeto de contemplación”. Esto lo lleva a la reflexión de que el arte contemporáneo tal vez debe ser analizado, no en términos estéticos, sino en términos de poética, no desde el consumidor de arte, sino desde la mirada del productor. Una poética que involucra al espectador que a la vez produce arte, un bucle de retroalimentación autopoiética. Tanto los artistas como el público son creadores de la obra. La performance on line, #Compost interactivo, se crea a sí misma gracias a la retroalimentación, reiterativa, en bucle, entre las subjetividades que aportan ambas partes.  Según las palabras de Erika Fischer- Lichte (2011): «tanto el artista como todos los participantes son sujetos que determinan a otros y que son, a su vez, determinados por ellos.» 

Nicolás Bourriaud escribió un nuevo libro en el 2020, Inclusiones, Estética del Capitaloceno. También, en 2019, curó la 16 Bienal de Estambul, cuyo título fue Séptimo Continente.  Inclusiones describe como en el seno de la catástrofe climática podemos replantearnos el lugar que el capitaloceno le ha asignado al arte. Estas nuevas reflexiones sintonizan con la performance #Compost interactivo, ya que en este escrito Bourriaud deja entrever la posibilidad del surgimiento de una nueva estética, inclusiva, descentrada, dentro de un universo plurivalente que incluye a los no humanos, es decir a su entorno. Se trata de una estética relacionada con una visión ampliada de la antropología, como manera de hacer frente al capitalismo globalizado, al colonialismo, al patriarcado que desde su ideología han logrado separar la naturaleza de la cultura. “Y desde esta misma perspectiva, hace falta que a todas las especulaciones sobre la estética humana les sumemos las presas que hacen los castores, la polinización de las abejas o la abstracción de las mariposas…” (Bourriaud, 2020, p.20).

Una de las ideas que podría corresponder con mi proyecto es la de considerar a las obras de arte como formaciones, es decir, pasar de ser una forma acabada a ser una experiencia generadora de nuevas experiencias. No ser un simple envase permite que se valore la pluralidad temporal y espacial que compone la experiencia de flujos humanos, animales, la naturaleza. Una estética posible en el capitaloceno consistiría en pensar el arte como un sistema de emisiones, con su propio carácter voluntario y reflexivo, pero inmerso en una semiósfera espesa y vasta que visibiliza co-actividades con otras especies. Entremezclar lo humano y lo no humano. 

El régimen estético del capitaloceno podría resumirse, con este sentido de inmersión en el mundo, en un cambio radical de nuestras representaciones del afuera: una crisis de la escala humana que afecta a nuestra concepción del exterior. (Bourriaud, 2020, p.156)

Bourriaud habla de una Estética relacional integral en el 2020. Parte de mencionar lo que sucedía en los noventa con los artistas que abordaron lo relacional, como ser las relaciones interhumanas, la convivencia, los conflictos, las comunidades. Al arte relacional se le reprochaba su antropocentrismo como una especie de humanismo disfrazado. Hoy día, en cambio, los artistas que menciona Bourriaud como exitosos desde la crítica, están dentro de un realismo especulativo, de un proceso de evacuación de lo humano. Y toma como reto político del Siglo XXI, el volver a poner lo humano- que ha desaparecido por las automatizaciones y el sistema financiero- no como centro, sino como parte de un universo de coexistencia con otras especies. Todas estas cuestiones son interesantes para reflexionar acerca del rol del arte como un modelo alternativo e inspirador en medio del colapso ecosistémico.

Deseo concluir con las palabras de dos mujeres, Donna Haraway, conocida filósofa, escritora y bióloga norteamericana y Flavia Broffoni, una joven activista ecologista y politóloga argentina.

Donna Haraway (2019)- de ella tomo el concepto de “compost”- plantea que vivimos un momento de transición, todavía inacabado, que debemos recolectar de la basura del antropoceno, y del exterminio del capitalismo. “Trocear, triturar y apilar como un jardinero demente y hacer una pila de compost mucho más caliente, para pasados, presentes y futuros aun posibles. Somos humus no antropos, somos compost, no pos humanos.”

Flavia Broffoni (2020) en su reciente libro, Extinción, nos invita a construir de forma colectiva una esperanza radical en este mundo que está desmoronándose ante nuestros ojos. Ella afirma que estamos en un punto en el cual la realización personal se cruza con lo que el mundo está necesitando.  Intuyo que esto incluye el mundo de los artistas y adhiero a pensar en un arte que impulse a reflexionar, a encontrarnos, a transcender viejos paradigmas. En Extinción, incita a explorar aprendizajes de otras culturas que se han enfrentado a catástrofes, trascender “el punto ciego de toda civilización: la incapacidad de concebir su propia extinción”. Bien dice que el capitalismo fue muy efectivo a la hora de bloquearnos la glándula imaginativa. Una imaginación y creatividad que serviría para salir de los conocimientos formales que nos inculcaron en la escuela y las universidades para atrevernos a cuestionarlo todo. Por eso me parece muy importante crear experiencias artísticas que despierten la creatividad, la narrativa especulativa, la reflexión, los cuestionamientos, en un ámbito de co-creación.

 

BIBLIOGRAFÍA

Bourriaud, Nicolás. (2008).  “La forma relacional”; “El arte de los años ‘90” en Estética relacional. Buenos Aires, Adriana Hidalgo, pp. 9-25; 27-47.

------------------------- (2020).  Inclusiones Buenos Aires, Adriana Hidalgo.

Broffoni, Flavia. (2020) Extinción, la supervivencia de la humanidad en juego. Buenos Aires: Sudamericana.

Fischer-Lichte, Erika. (2011) Estética de lo performativo, Madrid, Abada editores.

Groys, Borys. (2014). “Poética vs. Estética” en Volverse público. Las transformaciones del arte en el ágora contemporánea. Buenos Aires, Caja Negra, pp. 8-19.

Haraway, Donna. (2019).  Seguir con el problema . Bilbao: Ed. Consonni.

Rancière, Jacques. (2011).  “Políticas de la estética” en El malestar en la estética, Buenos Aires, Capital Intelectual, pp. 27-59.